Relatos

¿Dónde está la b?

Relatos sobre bifobia en el día internacional contra la LGTBIQA+fobia

Hoy es el día Internacional contra la discriminación hacia personas LGTBIQA+, momento en que muchas personas del colectivo nos preguntamos ¿dónde queda la b?

La bisexualidad es una orientación en sí misma. No es una etapa, ni una fase o transición hacia otra cosa. No supone una confusión. No entiende de porcentajes, y tampoco tiene que ver con modelos relacionales. Cuenta con sus propios cimientos. Así como la pansexualidad, la bisexualidad es una orientación plurisexual, es decir, es la atracción hacia tu género y otros, no necesariamente al mismo tiempo, ni al mismo nivel, ni con la misma intensidad. Ya el manifiesto bisexual especifica que no es binaria, es decir, que abarca y reconoce todas las realidades e identidades de género. En dicho manifiesto, se expone lo siguiente:

Nos sentimos atraídos afectiva y sexualmente por personas de todos los sexos y géneros, sin tener necesariamente prácticas sexuales.

Explicando la bisexualidad en uno de los talleres de prevención del acoso LGTBfobo que impartimos en institutos, una alumna contestó: «vamos, profe, que le dan a todo, ¿no?» Son numerosos los prejuicios y estereotipos sobre la bisexualidad los que están instaurados en el imaginario colectivo. Así, la bifobia se articula a través del estigma, la invisibilidad, la exclusión y otras formas de violencia LGTBfoba. Como recoge el decálogo por la visibilidad bi de FELGTB, entre algunos otros ejemplos de bifobia, los más comunes son:

· Negar la existencia de la bisexualidad.

· Considerarla como una fase de confusión.

· Definir la bisexualidad a partir de la hetero u homosexualidad.

Para entender cómo se ejerce la bifobia y el modo en que traspasa hasta lo más íntimo de nuestras vidas, Cristina, Bea, Álex, Adrián y Cristian han prestado sus testimonios para este artículo. Sus nombres son ficticios con el fin de preservar su intimidad. Sus historias son reales, y nos llevan todas esas veces en las que se ha mantenido la bisexualidad como una orientación de segunda.

Para empezar, Cristina, de 24 años, cuenta: «a mí hay chicas que me han llegado a decir que no saldrían con una mujer bi. Te dicen que las vas a dejar para irte con un chico… Y cuando debates, te responden con que son sus preferencias, pero que no estarían jamás con una bisexual. He tenido muchas conversaciones en las que, literalmente, me veía defendiendo mi orientación como válida. Entiendo que no es con mala intención, sino que es desconocimiento. Pero reproduce un estigma igual».

La bisexualidad es, a menudo, trivializada y, en el caso de las mujeres, también se produce una sexualización inmediata. Bea, de 30 años, declara: «en más de una ocasión, cuando se me ha leído como bisexual, lo primero que me proponen hombres cis-hetero es la gran fantasía del trío. También he vivido muchas situaciones incómodas por ser bisexual. Me viene a la cabeza que en numerosas ocasiones me han tratado distinto en función del género de mi pareja. O que se piense que, automáticamente, debo estar dispuesta a todo. Incluso en espacios que consideraba seguros y más afines, apenas se comienza a mencionar la bifobia como una cuestión política, creo que queda mucho por hacer en ese sentido».

La importancia de contar con referentes en los que vernos reflejadas

No les descubro nada nuevo si les hablo sobre la relevancia de contar con referentes. ¿Cuantos referentes bi tenemos? y cuando aparecen, ¿cómo son representados? Bea confiesa no haber salido del armario hasta los 24 años, edad en la que comenzó a contar con referentes, y esto fue el incentivo que la ayudó a sentir que sus vivencias y deseos eran igual de válidos que el resto. Lo importante que es poder sentirse parte de algo, y valorizar el poder reivindicativo de las etiquetas.

En este sentido, las palabras de la activistas bisexuales como Gabriela WienerLa Psicowoman o Elisa Coll, me abrazan cuando inciden en la importancia de tejer redes, reforzarnos entre nosotras, y validar nuestras identidades desde el cariño y la escucha sin juicio.

Bifobia y masculinidad hegemónica

Álex, de 26 años, cuenta «muchas veces me ha sucedido de estar conociendo a una persona, y cuando conocen mi bisexualidad, me dicen que les echa para atrás y hay un cambio de actitud. Con grupos de colegas me cuesta hablar de esto abiertamente, no sé si tiene que ver con la bifobia interiorizada o miedo a que te traten diferente. Pero lo más doloroso fue la sentencia de mi madre hace unos meses»:

Vamos, que has sido maricón toda la vida y sólo has estado con chicas como cortina de humo y así, no parecer gay.

Adrián, de 25 años, relata: «que te cuestionen como bisexual es algo constante. A mí me sucede con desconocidos pero también en el entorno familiar y de amistades. Llega un momento en el que dejas de prestarle atención, porque aclarar tantas veces tu propia orientación es agotador».

Como hombre que suele tener relaciones con hombres y no con mujeres, se me suele categorizar como homosexual y me encuentro en un punto en el que ya no me lo tomo a mal cuando se me dice. Supongo que también tiene que ver el hecho de que las identidades gay y lésbica son mucho más potentes y cuentan con más fuerza y visibilidad que la bisexual. Creo que la falta de una identidad bisexual potente tiene mucho que ver en nuestra necesidad de refugiarnos sobre otra etiqueta con mayor fuerza.

Adrián sostiene que cuando habla con personas que no le conocen, dan por hecho que es homosexual. «Aunque no me molesta, sí cansa tener que dar explicaciones y evitar que te categoricen por tener pluma o por estar con un hombre. Lo comprendo, porque la identidad bisexual no es tan visbible, pero no evita que al final del día sea muy cansado».

«Una vez que sí sufrí un episodio de bifobia que puede parecer inocuo, pero me dejó muy impotente. Sucedió en una clase de la universidad, cuando estábamos realizando un trabajo de una encuesta y en una de las preguntas se pedía a los entrevistados que especificaran su orientación sexual. Yo apunté que debíamos tener visión diversa y añadir la bisexualidad además de la homosexualidad y heterosexualidad y así lo hicimos. Pero a la hora de corregir, el profesor dijo que no era necesario apuntar la bisexualidad porque “siempre se tira más para un lado para otro”. Intenté responder, pero al final dejé ir el tema porque me sentía muy violento y veía que iba a tener que visibilizarme y no me sentía cómodo. Fue un ejemplo muy claro de cómo la bisexualidad no se entiende como una opción real de orientación sexual, porque en ese caso yo no podría haber rellenado la encuesta que estábamos realizando, porque no me considero heterosexual pero tampoco homosexual. A todas estas situaciones, claro, se unen las experiencias de homofobia, porque cuando estás con tu novio, las personas solo ven una pareja homosexual. He tenido suerte en ese sentido pero sí que alguna que otra vez han venido personas a decirnos que lo nuestro era vicio y cosas por el estilo. También he tenido que escuchar comentarios LGTBfobos en el entorno laboral, lo que ha afectado de forma importante a mi salud mental y autoestima, porque no contaba con las herramientas para detenerlo ni ser visible», expone Adrián.

Ligar en tiempos de apps

Por otro lado, Cristian, de 27 años, explica: «yo me dí cuenta pronto de que me gustaban los hombres, entonces asumí que era gay, y estuve pensando eso durante mucho tiempo. Tardé hasta los 23 años en nombrarme bi. En las apps para ligar, los hombres bisexuales no se definen como bisexuales, sino como heteros, lo que invisibiliza la orientación. Es algo muy común y grave. Es también habitual que lo primero que se te pregunte sea si te gusta 50–50, o recibir comentarios como “si no has estado con una chica no puedes ser bisexual». La propia invisibilidad hace que no lo veas como una opción, siquiera, debes ser hetero u homo», concluye.

Heteronorma y monosexismo

La heteronorma, el machismo y el monosexismo atraviesan nuestra intimidad de tal modo que se obvia que la realidad es mucho más diversa, y que hay una escala de grises en nuestra manera de sentirnos que es mucho más amplia. Sobre esto, declara Álex que «cuando descubres que tu orientación varía de la norma y que eres bisexual, pero has sido tratado como hombre heterosexual, te cuesta aceptar que te gusten los hombres. Siempre se ha impuesto que ser un buen hombre es atraer a muchas mujeres. Y este mandato ha hecho que, al principio, sintiera culpa después de estar con chicos», asegura.

De este modo, la construcción de la masculinidad tiene una relación directa con la bifobia. La plumofobia, ese rechazo hacia todo aquello que no encaje en el canon de masculinidad y sea ligado al universo de la feminidad impuesta, también forma parte de ello.

Si eres hombre es complicado saltarte el mandato de género y vivir tu identidad, pero para mí el llevar pendientes y pelo largo, suponía darme la oportunidad de ser como quiero, poder reconocerme más allá de lo que se supone de lo que tengo que ser, reivindica Álex.

Una youtuber conocida hablaba abiertamente en Twitter sobre su bisexualidad, a lo que le responden: «bien sea una cosa u otra, siempre tiras más para un lado o para el otro», tweet que nos abre paso a explicar el monosexismo. La suposición de que no hay otra opción que no sea “tirar más para un lado u otro”, lejos de las vivencias reales en las que no todas las personas bi sienten la atracción del mismo modo, se conoce como monosexismo. Así, denota la creencia de que todo el mundo es monosexual, que las personas monosexuales son superiores, y que las personas bisexuales son, en realidad, homosexuales cobardes.

¿Las etiquetas son importantes?

En un imaginario en el que la heteronorma no fuera el mandato social y todas las identidades, maneras de sentir y vivir nuestros deseos y vínculos afectivo-sexuales no fuera juzgada, podríamos cuestionarnos su relevancia. Pero dado que aun esta (preciosa) ficción nos queda lejos, qué menos que reivindicarlas con el valor político y de validación que tienen. ¿Cómo voy a sentir que es válido lo que siento si no puedo nombrarlo siquiera? Como suele decirse: lo que no se nombra “no existe”.

Por tanto, el valor reivindicativo y visibilizador que tienen las etiquetas, hacen de su uso algo necesario, sin que suponga una limitación en nuestras experiencias personales.
Como manifiesta la activista bisexual Robyn Ochs en su artículo para The Nation, «La bisexualidad siempre ha desafiado las normas, incluso en el mundo queer»:

Como mujer bisexual, he vivido esta realidad. En 1982, seis años después de ser bisexual, finalmente reuní fuerzas para vivir abiertamente. Pero cuando me presenté en espacios “lesbianas y gays”, descubrí que las personas bisexuales no eran bienvenidas. Nuestra presencia a menudo era cuestionada. Fuimos rechazadas de los espacios homosexuales, y acusadas ​​de entrar ilegalmente en espacios lésbicos. Nos dijeron que las mujeres bisexuales son “turistas” sexuales que explotan a la comunidad lésbica y diluyen su “pureza”. Algunos de mis amigos bisexuales lo encontraron demasiado incómodo, así que se fueron. Fui una de las pocas que persistió e insistió en mi pertenencia.

Me viene a la cabeza una canción de Viva Suecia en la que pregunta: ¿vas a pedir permiso o perdón? Las personas bisexuales no queremos vivir habitando la oscilación entre el permiso y el perdón. Somos diversas y válidas. Por las que lucharon y las que siguen. Por las que amaron y vivieron desde la disidencia; Brenda Howard, Marsha P. Johnson, Sylvia Rivera, Kate Milllet, etc.

Para terminar, recupero un poema de Adrienne Rich, poeta feminista y activista lesbiana estadounidense, cuyos versos me permiten hablar sobre visibilidad, amor y deseo:

ARTÍCULO VÍA: https://medium.com/@NadiaMarting/

1 comentario en “¿Dónde está la b?”

  1. Tenemos que intentar construir un mundo diferente donde no imperie la heteronorma. Las personas que nos alejamos de lo que espera de nosotras el sistema patriarcal deberíamos estar más organizadas, tanto al menos como la gente conservadora, que se encuentra todos los fines de semana en sus templos. En torno a una religión atea/agnóstica, feminista, antirracista y ecologista lo haríamos y podrían crearse comunidades en muchos lugares. En infinito5.home.blog escribo sobre ella.

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